Cuando se trata de criticar a otros, somos todos expertos. Sin piedad vamos por la vida criticando y condenando a otros. ¿Pero qué pasaría si pudiésemos gastar la misma energía que gastamos en juzgar a otros, en tratar de entenderlos? ¿Podría ser que nuestro entendimiento sea capaz de cambiar como vemos a otros? ¿Qué pasaría si pudiésemos tener la oportunidad de caminar en los zapatos de otros?

Algunas veces pauso todo lo que estoy haciendo para simplemente contemplar mi alrededor. Normalmente me tomo el tiempo para mirar al cielo, sobre todo esas noches sin nubes en donde puedes ver todo el cielo estrellado. Por algún motivo, siempre que me pongo a observar el cielo, me pongo a pensar sobre algún tema en especial, como si hubiese algo allá arriba, probablemente Dios, observándome y susurrándome algo. Una de esas noches, comencé a pensar sobre como la mayoría de las personas tienden a criticar a otros. Creo que es porque la mayor parte de las veces no podemos realmente lidiar con nuestras propias imperfecciones y circunstancias de la vida diaria, que solemos enfocarnos en otros en lugar de enfocarnos en nosotros mismos, para así sentirnos menos miserables. Normalmente nuestro entendimiento por nosotros mismos es limitado, lo que genera, que no podamos ofrecer el mismo a otros.
Mientras pensaba sobre esto del poder del entendimiento, imaginaba como seria caminar en los zapatos del alguien más. Como seria por un momento estar en la piel de otro y ver la vida a través de sus ojos, y sentir lo que esa persona siente. Pensaba que probablemente eso incrementaría nuestro entendimiento por otros, y nos volveríamos menos juzgadores. Nuestros corazones se abrirían, y cambiaríamos la forma de tratar a otros, volviéndonos más comprensivos y compasivos, teniendo más empatía, siendo menos críticos despiadados y así poder usar nuestro entendimiento para ver a otros y para tomar lo que otros hacen de una manera diferente.
“Cualquier tonto puede criticar, condenar y quejarse, y la mayoría de los tontos lo hacen, Pero se necesita carácter y dominio de sí mismo para ser comprensivo y tolerante.” – Dale Carnegie
Siempre intento encontrar ejemplos que me ayuden a aclarar mis dudas. Es así, que imagine una pequeña historia acerca de un hombre de alrededor 30 años, el cual solía criticar a otros constantemente. No importaba si nadie tenía motivos para criticar a alguien, este hombre, siempre encontraba alguna razón por la cual criticar a otro. Día y noche, él pasaba la vida criticando a otras personas, y no importaba que tan despiadado e insoportable fuese este hombre, él siempre encontraba seguidores que lo aplaudían por sus dichos y acciones.
Un día, este hombre fue a una casa de zapatos cercana para recolectar un par de zapatos que dejo para reparar. Él entro a la tienda, e inmediatamente un fuerte viento cerro la puerta abruptamente. Toco el timbre, el cual se encontraba sobre el mostrador, para así llamar al zapatero, el cual no se encontraba por el momento allí. Sin haber rastros de él, el hombre volvió a tocar al timbre una vez más. Espero unos minutos y decidió irse para así volver más tarde. Cuando intento abrir la puerta, se dio cuenta de que estaba cerrada, y pensó que el viento debió haberla trabado de alguna manera e intento abrirla de varias formas, pero no tuvo éxito.
“Como voy a poder salir de aquí? A lo mejor, hay alguna salida alternativa en la parte de atrás de la tienda”, pensó el hombre. Él decidió ir a buscar una forma de poder salir, y a lo mejor, podría encontrar al zapatero trabajando en alguna parte de la tienda. A medida que caminaba por los pasillos detrás del mostrador, las luces comenzaron a apagarse gradualmente. De repente, estaba tan oscuro que no podía ver nada. Él intentaba encontrar el interruptor de la luz cuando algo comenzó a brillar cada vez más fuerte. Él fue a ver que era, y encontró cuatro pares de zapatos brillando como las estrellas en el cielo nocturno .
Él estaba atónito, nunca había visto algo así, tomo uno de los zapatos para examinarlo de cerca, eran zapatos comunes, pero la luz que brillaba desde ellos los hacía especiales. Luego de examinarlos por unos minutos, y pensar que eran un tipo de zapatos de juguete, decidió usarlos como linternas. Busco por toda la tienda al zapatero y la salida. No se encontraban ninguno de los dos. Busco en cada rincón, pero no había ninguna salida alternativa.
Entonces sin más que hacer, decidió sentarse y esperar. Él pensó que a lo mejor el zapatero se había ido de la tienda por unos pocos minutos a hacer algo y que se había olvidado de cerrar la puerta, pero que a lo mejor volvía pronto. Espero media hora, una hora, pero el zapatero nunca regreso. Estaba cansado, hambriento, y completamente aburrido. “Donde podría estar?”, se preguntó el hombre. Él agarro uno de los brillantes zapatos y se lo probo, era de su talla. Entonces, se probo el otro, y en ese momento un milagro sucedió.
Continuará…